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jueves, 1 de diciembre de 2016

AUTISMO: (parte 1) LAS SEÑALES DE LOS 2 A LOS 24 MESES QUE LOS PADRES NECESITAN OBSERVAR


Traducción del texto por: Ozeias Bitencourt
Fuente: autismoerealidade.org




La americana Temple Grandin, actualmente com 67 anos, es profesora de ciencias animales de la Universidad del Estado de Colorado, en EUA. Además, autora de varios libros sobre autismo.

El hindúe Tito Mukhopadhyay, 26 años, es autor de três libros de poesía, uno de ellos escrito cuando aún era niño. Temple y Tito son dos excelentes ilustraciones de lo que es el Trastorno del Espectro Autista (TEA), disturbio del neurodesarrollo que compromete la capacidad de la persona relacionarse con el mundo que la rodea.

Temple es una autista altamente funcional, con una inteligencia muy por encima de la media y, nunca tuvo ninguna dificultad para expresarse. Por otro lado, los síntomas de Tito son mucho más severos. Él prácticamente no habla, llegaron tildarlo de “retrasado”, la cuestión es que necesita cuidados permanentes. Ambos son totalmente diferentes. Así es el TEA. No existen dos personas con el trastorno que sean iguales.

Los TEAs se caracterizan por una constelación de síntomas, pero hay un denominador común entre ellos: la dificultad de interacción social y de comunicación, además de la presencia de comportamientos repetitivos y la necesidad de mantener una rutina.

Desde las primeras semanas de vida, los bebes, instintivamente, procuran por quienes hablan con ellos y les dan enorme atención a los ojos de la madre y del padre. Pues, es por medio de esa interacción social básica y primitiva que ellos van establecer el vínculo con quienes van a cuidar de ellos, garantizando su supervivencia.

Niños autistas no logran sociabilizar y, sin esa capacidad, terminan se aislando para vivir no más en un mundo en el cual las personas son los actores, sino en un mundo en el cual los protagonistas son los objetos.

“El TEA afecta lo que llamamos de cerebro social, es decir, por alguna razón las estructuras cerebrales involucradas en el procesamiento de las informaciones relacionadas a la comunicación y a la interacción social no funcionan bien”, explica Helena Brentani, profesora asistente del Departamento de Psiquiatría de la USP (Universidad de San Pablo, Brasil). Eso quiere decir que, el niño tiene dificultad de comprender el mundo tal como el mundo es, pues este mundo es dominado precisamente por las relaciones entre personas. Para Jair Mari, coordinador del programa de pos grado del Departamento de psiquiatría de la Unifesp (Universidad Federal de San Pablo, Brasil) y director de la ONG Autismo y Realidad, esa falta de atención a los estímulos sociales pueden explicar algunos de los comportamientos que ocurren en los TEAs, como por ejemplo el interés centrado en un determinado objeto o tema.

Ese, quizás, sea una de las grandes cuestiones cuando se habla del trastorno. Como el diagnóstico es hecho con base en una lista de síntomas y señales, además de cuánto ellos comprometen la vida del niño, considerando que estas señales, a veces, son muy sutiles, un numero expresivo de niños pasa la vida luchando con las dificultades que presentan y que jamás llegarán a saber que están adentro del TEA.


Por ser totalmente basado en la observación y en el relato de los padres, el diagnóstico no siempre es correcto en la primera tentativa, pues “golpear el martillo” con base en el análisis clínico exige profesionales especializados y bien entrenados, algo que falta en Brasil (sigue faltando también aquí en Uruguay).

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