Traducción del texto por: Ozeias Bitencourt
Fuente: autismoerealidade.org
La americana Temple Grandin, actualmente com 67 anos, es profesora de ciencias
animales de la Universidad del Estado de Colorado, en EUA. Además, autora de
varios libros sobre autismo.
El hindúe Tito Mukhopadhyay, 26 años, es autor de três libros de poesía,
uno de ellos escrito cuando aún era niño. Temple y Tito son dos excelentes ilustraciones
de lo que es el Trastorno del Espectro Autista (TEA), disturbio del
neurodesarrollo que compromete la capacidad de la persona relacionarse con el
mundo que la rodea.
Temple es una autista altamente funcional, con una inteligencia muy por
encima de la media y, nunca tuvo ninguna dificultad para expresarse. Por otro
lado, los síntomas de Tito son mucho más severos. Él prácticamente no habla,
llegaron tildarlo de “retrasado”, la cuestión es que necesita cuidados
permanentes. Ambos son totalmente diferentes. Así es el TEA. No existen dos
personas con el trastorno que sean iguales.
Los TEAs se caracterizan por una constelación de síntomas, pero hay un
denominador común entre ellos: la dificultad de interacción social y de comunicación,
además de la presencia de comportamientos repetitivos y la necesidad de
mantener una rutina.
Desde las primeras semanas de vida, los bebes, instintivamente, procuran
por quienes hablan con ellos y les dan enorme atención a los ojos de la madre y
del padre. Pues, es por medio de esa interacción social básica y primitiva que
ellos van establecer el vínculo con quienes van a cuidar de ellos, garantizando
su supervivencia.
Niños autistas no logran sociabilizar y, sin esa capacidad, terminan se
aislando para vivir no más en un mundo en el cual las personas son los actores,
sino en un mundo en el cual los protagonistas son los objetos.
“El TEA afecta lo que llamamos de cerebro social, es decir, por alguna
razón las estructuras cerebrales involucradas en el procesamiento de las
informaciones relacionadas a la comunicación y a la interacción social no
funcionan bien”, explica Helena Brentani, profesora asistente del Departamento
de Psiquiatría de la USP (Universidad de San Pablo, Brasil). Eso quiere decir
que, el niño tiene dificultad de comprender el mundo tal como el mundo es, pues
este mundo es dominado precisamente por las relaciones entre personas. Para Jair
Mari, coordinador del programa de pos grado del Departamento de psiquiatría de
la Unifesp (Universidad Federal de San Pablo, Brasil) y director de la ONG
Autismo y Realidad, esa falta de atención a los estímulos sociales pueden
explicar algunos de los comportamientos que ocurren en los TEAs, como por
ejemplo el interés centrado en un determinado objeto o tema.
Ese, quizás, sea una de las grandes cuestiones cuando se habla del
trastorno. Como el diagnóstico es hecho con base en una lista de síntomas y
señales, además de cuánto ellos comprometen la vida del niño, considerando que
estas señales, a veces, son muy sutiles, un numero expresivo de niños pasa la
vida luchando con las dificultades que presentan y que jamás llegarán a saber que
están adentro del TEA.
Por ser totalmente basado en la observación y en el relato de los
padres, el diagnóstico no siempre es correcto en la primera tentativa, pues “golpear
el martillo” con base en el análisis clínico exige profesionales especializados
y bien entrenados, algo que falta en Brasil (sigue faltando también aquí en
Uruguay).
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