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Inicial a partir de 2 años y Primaria. Colegio Cristiano de Florida. EDUCACIÓN VIVA Y EN AMOR

viernes, 13 de febrero de 2015

LA SIMPLICIDAD PROFUNDA Y ESMAGADORA DE JESÚS

LA SIMPLICIDAD PROFUNDA Y ESMAGADORA DE JESÚS


Todos los días me impresiona la simplicidad de Jesús en relación a todo.

Él se negó tratar casi todos los temas que la filosofía y la teología tratan con avidez.

La origen del mal Jesús sencillamente despreció en cualquier que sea la explicación “metafísica”. Simplemente dijo que el mal existe. Luego, trató con realidad obvia.

El problema del dolor fue por Él tratado con las manos, no con palabras y discursos.

Las desigualdades sociales fueron todas reconocidas, pero no lo vemos armando cualquier acción popular contra ellas.

Sus protestas eran todas ligadas a la perversión del corazón, mas nunca se tornaban proyecto político, o paseatas, o banderazos.

La “caída” no es objeto de especulación por parte de Él. Bastaba con que todos observaran las consecuencias de ella.

Sobre la muerte su respuesta fue paz y vida eterna.

Jamás tentó justificar al Padre acerca de cualquier cuestión. Tan solo dijo que Él es bueno y justo.

Mandó que lucháramos en contra de los poderes de la hipocresía y el desamor, pero no nos dio ninguna garantía de que lograríamos vencer esos poderes en la Tierra.

Su gran respuesta a la catástrofe humana fue la promesa de Su regreso, nada más.

Jamás pidió que se estableciese el Reino de Dios fuera del hombre, pero siempre adentro de cada ser humano; pues, fuera, el reino, momentáneamente, era del príncipe de este mundo.

No buscó a nadie con poder con el fin de auxiliar cualquier cosa en Su misión.

Adulto, fue al templo tan solo para predicar aquello que acabaría con el significado del templo como lugar de culto.

Hizo de la vida el sagrado, y de todo ser humano el altar en el cual Dios es servido en amor.

Llamó al dinero de “dios”, y lo utilizó como simples medio.

Pago los impuestos; pero nunca cobró nada de nadie, exceptuando el amor al prójimo.

La muerte para Él no era la misma cosa que es para nosotros. Morir no era algo malo. Vivir mal es que era malo.

En sus enseñanzas Él siempre parte de lo que existe como realidad y se niega realizar cualquier viaje para más allá del día de hoy.

Para Él el mundo se explicaba por medio de las acciones humanas y, prescindía de análisis; puesto que todo lo demás era obvio.

No teologizó sobre nada. Y todas sus respuestas a los escribas y teólogos eran hechas de cuestiones sobre la vida y su significado ahora; y siempre relacionado a lo que se tiene de ser y hacer.

Cuando preguntado de dónde vino la “cizaña”, Jesús simplemente dijo: “Un enemigo hizo eso…” – refiriéndose al diablo.

Él predicó la palabra sin tentar controlarla.

Observó personas creyeren, mas sin cualquier tipo de fijación en cuanto hacerlas sus seguidoras físicas y geográficas.

No tiene prisa, pese saber que el mundo necesita conocer Su Palabra.

Cita las Escrituras sin cualquier preocupación con autores, contextos o momentos históricos.

Hace brotar certezas de la Palabra basadas en un verbo “ser” – aludiendo al hecho de Dios ser Dios de vivos y no de muertos, puesto que “para Dios todos viven”.

Enseña que la muerte es el fundamento de la vida, y, arranca de la muerte el poder de matar, dando a ella la fuerza de las semillas que al morir generan mucho fruto.

Si deseas conocer más a Jesús sugiero que lea o re-lea la totalidad del Nuevo Testamento, empezando por los relatos en los libros de Mateo, Marcos, Lucas, Juan.

Libérese lo más posible de las interpretaciones del Cristianismo, teología, filosofía...

La mayor parte de las pre-concepciones o pre-conceptos que he oído no son sobre la persona de Jesús, sino sobre el nombre “Jesús”, puesto que el Cristianismo ha hecho el desfavor de transformar vocablos como este, entre otros, en “marcas” registradas de movimientos de poder y dominio históricamente hablando.

Vuelvo invitarte a leer la totalidad del Nuevo Testamento con la mente abierta y el corazón libre para conocer Jesús.   

En Jesús la filosofía es vida en amor.


¡Cariños!

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