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Inicial a partir de 2 años y Primaria. Colegio Cristiano de Florida. EDUCACIÓN VIVA Y EN AMOR

jueves, 5 de febrero de 2015

Jesucristo es el Maestro






“Cristo es el Maestro, las Escrituras son apenas como el siervo que sirve. La verdadera prueba a someter todos los Libros es observar si ellos obran la voluntad de Cristo o no. Ningún Libro que no predique Cristo puede ser apostólico, pese a que Pedro o Pablo hayan sean su autor. Pero ningún Libro que predique a Cristo puede dejar de ser apostólico, aunque sean sus autores Judas, Ananías, Pilatos o Herodes” – Martín Lutero

Es más sencillo que pensar.

Basta mirar para Jesús. Observar como Él trató la vida, las personas, la religión, los políticos, los pobres, los ricos, los niños, los enfermos, los parias, los segregados, los olvidados, los seres prohibidos, los publicanos, las prostitutas, los que se creen más y mejores que otros, y todo lo demás que se te ocurra.

En Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y en Él están TODOS los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

Lo demás, es puro invento de quienes no desean lidiar con Dios, consigo mismo y con seres humanos, antes, prefieren lidiar con letras/teorías.


Dios/Verdad no existe como Explicación, sino tan solo como Encarnación.


La Verdad Absoluta solo puede ser vivida, no pensada.


Todo pensamiento sobre ella deviene de la experiencia, es decir: del proceso de encarnación.


Por lo tanto, para percibir la Verdad es necesario verla en la Única Vida en la cual ella habitó llena de Gracia y, además, hay que vivirla.


El Verbo se hizo carne… 


Por tal motivo es que puedo discernir la Verdad en Jesús, pero aun así solo puedo discernir si yo mismo la experimentar en la vida.


La Verdad que veo en Jesús, Encarnada en Él – yo mismo tengo de conocerla en mí propia vida/encarnación, puesto que es el único estado de existencia que tuve hasta hoy.

Cuando veo Jesús, veo la Verdad.

Cuando vivo sabiendo que Él es la Verdad, mismo que mi existencia no encarne toda la Verdad que veo en Él, hasta mis movimientos en contra de ella, yo la conozco; puesto que no hay manera como no conocerla, aunque la rebatiera.

Fue así con Pedro. Conoció la Verdad en Jesús, pero tuvo que experimentarla en sí mismo. Y, probablemente, el día en cual negó Jesús, haya sido un día, para Pedro, de mucho más verdad que la experiencia en la noche de la Transfiguración.


Finalmente, Jesús es la llave hermenéutica para discernir la Palabra, pero aun así, solo la conoceré como Verdad si yo mismo la probar en mí carne/existencia; y eso es lo que sucede cuando caminamos en el Camino; también lo es aun cuando se tropieza y uno sabe que falló.


De ese modo, la Encarnación es la llave hermenéutica, pero esa llave tiene que abrir antes mí corazón. Lo cual solo sucede en el encuentro entre la Verdad y la Vida. Tal encuentro solo es posible en el Camino y en el caminar…


En Jesús la Palabra está explicada en actos, modos, actitudes, palabra y espíritu.



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