LA SIMPLICIDAD PROFUNDA Y
ESMAGADORA DE JESÚS
Todos los días me
impresiona la simplicidad de Jesús en relación a todo.
Él se negó tratar casi
todos los temas que la filosofía y la teología tratan con avidez.
La origen del mal Jesús
sencillamente despreció en cualquier que sea la explicación “metafísica”. Simplemente
dijo que el mal existe. Luego, trató con realidad obvia.
El problema del dolor fue
por Él tratado con las manos, no con palabras y discursos.
Las desigualdades sociales
fueron todas reconocidas, pero no lo vemos armando cualquier acción popular contra
ellas.
Sus protestas eran todas
ligadas a la perversión del corazón, mas nunca se tornaban proyecto político, o
paseatas, o banderazos.
La “caída” no es objeto de
especulación por parte de Él. Bastaba con que todos observaran las
consecuencias de ella.
Sobre la muerte su
respuesta fue paz y vida eterna.
Jamás tentó justificar al
Padre acerca de cualquier cuestión. Tan solo dijo que Él es bueno y justo.
Mandó que lucháramos en contra
de los poderes de la hipocresía y el desamor, pero no nos dio ninguna garantía
de que lograríamos vencer esos poderes en la Tierra.
Su gran respuesta a la catástrofe
humana fue la promesa de Su regreso, nada más.
Jamás pidió que se estableciese
el Reino de Dios fuera del hombre, pero siempre adentro de cada ser humano;
pues, fuera, el reino, momentáneamente, era del príncipe de este mundo.
No buscó a nadie con poder
con el fin de auxiliar cualquier cosa en Su misión.
Adulto, fue al templo tan
solo para predicar aquello que acabaría con el significado del templo como
lugar de culto.
Hizo de la vida el sagrado,
y de todo ser humano el altar en el cual Dios es servido en amor.
Llamó al dinero de “dios”,
y lo utilizó como simples medio.
Pago los impuestos; pero
nunca cobró nada de nadie, exceptuando el amor al prójimo.
La muerte para Él no era la
misma cosa que es para nosotros. Morir no era algo malo. Vivir mal es que era
malo.
En sus enseñanzas Él
siempre parte de lo que existe como realidad y se niega realizar cualquier
viaje para más allá del día de hoy.
Para Él el mundo se
explicaba por medio de las acciones humanas y, prescindía de análisis; puesto
que todo lo demás era obvio.
No teologizó sobre nada. Y todas
sus respuestas a los escribas y teólogos eran hechas de cuestiones sobre la
vida y su significado ahora; y siempre relacionado a lo que se tiene de ser y
hacer.
Cuando preguntado de dónde
vino la “cizaña”, Jesús simplemente dijo: “Un enemigo hizo eso…” – refiriéndose
al diablo.
Él predicó la palabra sin
tentar controlarla.
Observó personas creyeren,
mas sin cualquier tipo de fijación en cuanto hacerlas sus seguidoras físicas y
geográficas.
No tiene prisa, pese saber
que el mundo necesita conocer Su Palabra.
Cita las Escrituras sin cualquier
preocupación con autores, contextos o momentos históricos.
Hace brotar certezas de la
Palabra basadas en un verbo “ser” – aludiendo al hecho de Dios ser Dios de
vivos y no de muertos, puesto que “para Dios todos viven”.
Enseña que la muerte es el
fundamento de la vida, y, arranca de la muerte el poder de matar, dando a ella
la fuerza de las semillas que al morir generan mucho fruto.
Si deseas conocer más a
Jesús sugiero que lea o re-lea la totalidad del Nuevo Testamento, empezando por
los relatos en los libros de Mateo, Marcos, Lucas, Juan.
Libérese lo más posible de
las interpretaciones del Cristianismo, teología, filosofía...
La mayor parte de las pre-concepciones
o pre-conceptos que he oído no son sobre la persona de Jesús, sino sobre el
nombre “Jesús”, puesto que el Cristianismo ha hecho el desfavor de transformar
vocablos como este, entre otros, en “marcas” registradas de movimientos de
poder y dominio históricamente hablando.
Vuelvo invitarte a leer la
totalidad del Nuevo Testamento con la mente abierta y el corazón libre para
conocer Jesús.
En Jesús la filosofía es
vida en amor.
¡Cariños!