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Inicial a partir de 2 años y Primaria. Colegio Cristiano de Florida. EDUCACIÓN VIVA Y EN AMOR

martes, 16 de febrero de 2016

Reflexión sobre el significado de la Palabra en Jesús


¡Decir que alguien fue para el infierno porque no conoció una cierta información o doctrinación es la mayor expresión del más dogmático gnosticismo!


Sí, porque salvación por la iluminación de cierto conocimiento objetivo, con nombre, dirección, geografía, histórica, moral, cívica, más una cantidad de otras cosas…


Entonces, alguien dice: ¡Pero es por la fe! ¡No por el 
conocimiento!


¡Por supuesto que sí! Pero si la fe tiene de ser producida por una información histórica, entonces esa fe es tan solo conocimiento, es decir, gnosis y, por ende, doctrina que ilumina es gnosticismo, no es fe.


La fe precede la Información, pese a que la fe venga por el oír; ¡y el oír por la Palabra de Dios!


¿Entonces, cómo puede ser?

La Palabra de Dios no es tan solo una información.

Información puede ser que sea, puesto que así es, pero en una escala infinitamente inferior a lo que ella es de HECHO. 


Puesto que la Palabra de Dios es Dios, es Persona, es Amor, es todo lo que Dios es.


Así como todo lo que existe, existe por la Palabra, del mismo modo todo lo demás es Palabra de Dios, y solamente Dios puede decir lo que es y lo que no es Palabra de Suya.



Veo la Palabra mucho más de lo la oigo. Así es! Pues ella (la Palabra) es siempre más encarnación que explicación.


Fue en base a esa noción de Palabra que Pablo utilizó el Salmo 19 en Romanos 10 al hacer la Naturaleza/Creación proclamar la Palabra de Dios salvadora hasta los confines del mundo. De tal modo que hasta “los sin información” no quedarían sin noción.


Así, pues, los que tienen la información tienen que confesar la fe con la boca, creyendo en el corazón, conforme dijo Pablo.


Pero el que tiene la Palabra sin la información, ése manifiesta su fe por sus obras, puesto que él no tenga la información que lo haga dar explicaciones compulsivas de sus certezas imponderables e inexplicables.


Entonces, por sus obras y prudencias y manifestaciones de amor, el declara su fe, conforme Santiago declaró.


Jesús dejó claro en Lucas 13, Mateo 7 y 25, por ejemplo, que los reciben la información y la enseñanza, pero existen apenas de la creencia respecto a que la enseñanza e información son las garantías – quedarían afuera.


En Mateo 25 Él dice que fueron los que no disponían de cualquier simbolización “de Jesús”, los que hicieron el bien sin saber o asociarlo a Él, ésos eran los que serían los benditos, pues Él dice: “A mí lo hicisteis”.


No que no haya muchas y muchos benditos que sepan de la información, y, por tal motivo, sinceramente, no hagan el bien conforme el Evangelio como el más consciente de todos los privilegios.


Sin embargo, lo que se puede afirmar es que tanto en las Parábolas, como también en la Escatología de Jesús, quien más corre peligro es precisamente quien dice poseer la información, la Gnosis salvadora como doctrina, la certeza de ser “los hijos del reino”.


Es imposible leer con toda honestidad humana los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), observando los modos de Jesús, los tratos de Jesús, Sus enseñanzas, todos coherentes con Sus modos de, formas y tratos humanos, y no admitir que lo que aquí digo es verdadero.


Ahora bien, llegamos al principio desde donde partimos: ¿Qué puede generar tamaña maldad humana tan perceptible en el placer mórbido confeso en la sentencia al infierno para el prójimo diferente a cualquiera de nosotros?


El pecado de satanás fue de naturaleza soberbia, gnóstica y narcisistica. El poder como conocimiento superior o cualquier cosa superior, produce todo lo que en satanás lo hizo tornarse diablo.


Por tal motivo el conocimiento, la gnosis de la fe en Jesús, no es una Información primariamente, más bien una formación, una buena tierra que antecede la semilla/información.


El conocimiento salvador acontece de la experiencia con el amor de Dios expreso como fruto del amor, alegría, paz, bondad, benignidad, longanimidad, mansedumbre y dominio propio; contra tales cosas no hay Ley, ni Doctrina alguna.

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