Mamá es una forma de “ser” que comienza antes de “hacer”.
Algunos creen que ser mamá es la forma más evolucionada del
espécimen homo sapiens: ella tiene súper poderes, está en varios lugares al
mismo tiempo.
¡Sí! Puesto que a veces el marido la llama desde la sala
preguntando por el control de la tele, mientras un hijo la llama del baño, el otro del
cuarto pregunta por su ropa, el bebe de seis meses llora por la leche y todos
quieren su atención al mismo tiempo).
Ser mamá no siempre es decir: “¡Cuando tu padre llegue me la
vas a pagar!”
Ser mamá es vivir la experiencia impar (al nacer un hijo), aunque los hijos sean
contados en una mano o dos, o más;
Ser mamá es tener la mejor memoria olfativa del mundo: ella no
solamente logra recordar tu olor cuando eras bebe, sino que por tu olor te encontraría
aunque estuvieras perdido en medio de la nada.
Ser mamá es estar cerquita en la distancia entre el Cole y la
casa o trabajo;
Ser mamá es ser dulcemente firme y fuertemente débil cuando
necesario.
Ser mamá es saber que tu hijo está perdonado antes mismo de
romper el último vaso de recuerdo que tenías de tu boda.
Ser mamá es tener más de un corazón.
Ser mamá es llevar millones de galaxias en el pecho,
cada una repleta de oraciones de que a tu hijo le vaya bien
en la jornada de la vida.
Ser mamá es aprender significar: tiempo, paciencia y sus
respectivas implicaciones con la esperanza.
Ser mamá es cortar el cordón umbilical como demostración de
que el amor no es condicional, el amor nutritivo sigue fluyendo por otras vías.
Ser mamá es otra forma que el Creador encontró para encarnar
al verbo “AMAR”.
Ozeias Bitencourt
Día de la Madre, mayo de 2014
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